Asumí la responsabilidad, gracias a su confianza depositada en las urnas, de administrar la Municipalidad.

Nada ha cambiado. Les pido que me sigan llamando Miriam, cuando nos encontremos en las calles, en su barrio o en las aulas universitarias. Para mí, el servicio público es un apostolado en el que debe primar el bien común, y siempre antepondré el bienestar general al de unos pocos.

Caminemos juntos. No iré ni adelante, ni atrás, recorro este trayecto junto a ustedes. Les Invito a ser coprotagonistas de esta Alcaldía Ciudadana de puertas abiertas donde he dispuesto a los directores y gerentes que los escuchen, que trabajen con esta consigna.

Dejo de lado cualquier ego, defenderé a mi ciudad, la tierra dulce del Cañar.

Con decisión, con amor y con hechos, ¡El poder ya es del Pueblo!